La madrugada del pasado, jueves, 28 de octubre de 1999, fallecía de una parada cardiorrespiratoria el poeta portuense Rafael Alberti, en su domicilio de El Puerto de Santa María (Cádiz), a los 96 años de edad, cuando faltaba algo más de un mes para que, el día 16 de diciembre hubiese celebrado su 97 cumpleaños, junto a su mujer María Asunción Mateo, con la que se había casado en 1990. En enero de 1996, el poeta había sufrido una insuficiencia respiratoria que obligó a su ingreso hospitalario durante ocho días y, en diciembre del mismo año, tuvo que ser ingresado otra vez por el mismo motivo, aunque en esta ocasión permanecería en el hospital durante más de dos semanas. Desde entonces, apenas si salía de su domicilio, atendido siempre por su médico personal Javier Pérez Jiménez, Jefe de Medicina Interna del Hospital «Santa María de El Puerto».
Numerosos testimonios de condolencia han ido llegando a la casa del poeta y al Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, donde se ha colocado un libro de firmas y un busto de Alberti, ya que, por deseo de la familia, no se ha instalado velatorio público.
Los restos mortales del poeta han sido incinerados, siguiendo los expresos deseos del poeta, en el cementerio de Chiclana de la Frontera (Cádiz), para más tarde ser despedido por los vecinos de Santa María con un solemne homenaje que se le ha rendido en el Monasterio de la Victoria. Las palabras más emotivas han sido sin duda las de su hija Aitana: «todos pensábamos que iba a vivir hasta el año 2015, como él aseguró en muchas ocasiones: no ha vivido hasta el año 2015, vivirá por toda la eternidad».
Sus cenizas serán esparcidas en las aguas de la Bahía de Cádiz: el espíritu de Alberti estuvo siempre unido a la mar de las costas gaditanas.
La muerte del poeta y pintor supone la desaparición del último representante de la generación del 27, considerada como el Siglo de Plata de las letras españolas, y la de una de las figuras que, con su vuelta, tras casi cuarenta años de exilio, simbolizó la reconciliación política en la transición española, ya que Alberti fue comunista, y había puesto sus versos al servicio de la causa republicana.
Entre los premios que se le concedieron destacan el Nacional de Teatro y el Cervantes. Poeta, pintor, dramaturgo, político, historiador de su época, biógrafo de Lorca, Dalí, Buñuel, Aleixandre, y de sí mismo en “Las arboledas perdidas”, entre su amplia obra literaria sobresalen “Canciones de Altarir”, “La amnte”, “El alba del alhelí”, “Consignas”, “Capital de la Gloria”, “Entre el clavel y la espada”, “Pleamar”, “A la pintura”, “Baladas” y “Canciones del Paraná”, y especialmente, “Marinero en tierra”, “Sobre los ángeles” y “Baladas y canciones del Paraná”, obras consagradas para siempre a la memoria de la lengua y la cultura hispanas.
¡Descansa en paz, compañero!