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Principio del fin del siglo por Jorge Echeverri González ¿Se puede fechar un fin de siglo? ¿Terminan los siglos en su último día según el calendario? En términos de significados históricos no exactamente. Pero sí lo podemos fechar simbólicamente: simbólicamente el siglo XX terminó en los procesos que se dieron entre los acontecimientos del mayo del 68 europeo y la caída del muro de Berlín en 1989. Siglo corto si consideramos que empezó con la primera guerra mundial. Estoy hablando desde la cultura occidental eurocentrista, y desde ella, este siglo se puede resumir en tres guerras, las dos mundiales y la guerra fría de la segunda postguerra. El siglo XX se va a ver en el futuro como un siglo de transición y de barbarie. Como una pequeña edad media entre la edad moderna y la que estamos empezando que no ha podido consolidar su nombre. Por comodidad la vamos a llamar, edad postindustrial. En este sentido, mayo de 1968, aunque no fue una revolución triunfante, en términos de toma del poder, sí puede colocarse como una fecha simbólica de la instauración de nuevos valores y concepciones de mundo que implican la disolución de una época y la aparición de otra. Los grandes profetas (Marx y Freud de generaciones anteriores y Marcuse y Sartre entre los contemporáneos, por poner ejemplos destacados) cambian el signo de su influencia. Hay profetas como Marc Hurgon y Jacques Sauvageat y líderes como Daniel Cohn-Bendit y Alain Krivine, cuyos nombres y resonancias se nos desdibujan rápidamente en la memoria como profetas y líderes menores, que hoy nos parecen lejanos e irreales. |
¿Qué cambio en estas décadas para que lo señalemos como significativo de un cambio de época? Se quiso hacer una revolución con el poder de la
palabra y de la cultura. Es significativa la primera intervención de
Cohn-Bendit que lo hizo figurar públicamente: como estudiante increpa a
un ministro francés pidiéndole que suspenda su discurso oficial al
inaugurar un escenario deportivo y que más bien hable de sexo. Empieza
el año 68. Se quiso hacer una revolución por la música, el teatro, la
imagen, la prédica de la paz y no por las armas. Señalemos algunas de las circunstancias, eventos y nuevas formas de ver el mundo que caracterizan estos años. El ideal anarquista es uno de ellos: “al estado no le hacemos caso” es uno de los gritos del mayo del 68. Contrasta con la posición de los jóvenes de hoy: “necesitamos al estado”. El núcleo familiar se ha desintegrado, dicen los conservadores: se ha integrado distinto, diría yo. El divorcio es un hecho normal y aumenta su frecuencia. Se instaura el uso de anticonceptivos y cambia el sentido del rol de géneros, de los paradigmas que habían condicionado el comportamiento de varones y mujeres en los siglos anteriores. Se predica contra la sociedad de consumo, pero se consume como nunca. Se anuncia que los metarrelatos llegan a su fin, lo cual puede ser cierto para casi todos, excepto tal vez para el metarrelato capitalista que sigue tan campante. Aparecen los analistas de “el fin de la Historia”. Se empieza a vivir, por la oleada de imágenes y sonidos, la presencia física y cotidiana de la totalidad del mundo. Los Beatles imponen una nueva forma de música que trasciende las fronteras locales. Jim Morrison y los Doors predican en sus canciones contra Vietnam y la discriminación de las minorías. La figura del Che Guevara deja de ser política y se torna en ícono multiuso de significado difuso. Mao es un extraño semidios perdido en el oriente, lo que le alcanza para ser el ídolo de frustradas aventuras políticas en varios lugares del tercer mundo. La invasión de Praga y el primer paso del hombre en la luna se ven en directo por Tv. El cine marca las nuevas formas de vestirse y de consumir. Se multiplica el acceso directo a las imágenes y se desarrollan los medios de comunicación. Los hippys predican contra la sociedad de consumo y hacen de la paz y el amor libre sus banderas. Se imponen la minifalda en las mujeres y el pelo largo en los varones. Se impulsa la tolerancia hacia las minorías. Epoca de un nuevo romanticismo de ideales igualitarios. |
En este contexto, mayo del 68 es el último grito del ideal moderno, de
la aventura romántica de occidente. Empieza el fin de la modernidad y se
le da el golpe de gracia a la explosión de utopías del siglo pasado,
para dar paso a la desilusión de esta generación anarco-romántica, que
hoy se siente como generación frustrada. El delirio colectivo no alcanzó
sino para generar la desconfianza en el poder del hombre de cambiar su
mundo. (“Queríamos cambiar la sociedad y la sociedad terminó por
cambiarnos”). La revolución se transformó en nuevas religiones donde sus
ritos tienen ingredientes de meditación, prácticas de yogas y costumbres
orientales y se comulga con psicodélicos. Algunos intelectuales asumen
el I Ching como su nuevo libro sagrado o se refugian en movimientos
ecologistas. Otros sectores hacen lo mismo con el tarot. Los
contemporáneos de Dany el Rojo (1945) envejecieron cuando las ilusiones degeneraron en nostalgias. Un reportaje sobre mayo del 68: http://www.el-mundo.es/larevista/num132/textos/dany1.html
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